Écija vivió su época dorada en el siglo XVIII. Una etapa en la que los sectores económico, social y artístico vivieron años de gran esplendor. Su expansión económica repercutió, sobre todo, en algunos linajes nobiliarios. Esto hizo posible la construcción de grandes obras privadas, que junto con las construcciones faraónicas realizadas por la iglesia, especialmente parroquias y conventos, otorgaron a Écija la fisionomía barroca por la que es conocida nacionalmente a día de hoy.
Asimismo, la concentración de un gran número de casas nobiliarias, posibilitó la realización de obras artísticas de manos de un floreciente y suntuoso artesanado. Del cual, llegaron a existir más de 40 gremios. Sin duda, Écija plasmó su espiritualidad con la edificación de seis templos parroquiales y 22 conventuales, además de numerosas capillas y hospitales.
Para tu interés, debes saber que el Palacio de los Palma está declarado como Bien de Interés Cultural. La casa está asentada en el antiguo solar del desaparecido convento del Espíritu Santo de la Orden Dominicana. No te dejará indiferente, ya que en su interior se albergan auténticas maravillas y pinturas de los siglos XVI al XIX.